
El miedo es una emoción normal, que tiene como objetivo protegernos de situaciones peligrosas. Todos los adultos tienen miedo algunas veces, y no siempre de situaciones que lo merezcan. Muchas veces lo que nos produce temor con fantasías que nosotros mismos generamos. Es frecuente rechazar, con verdadero terror, ciertos animales que en realidad son inofensivos. Son las llamadas fobias. Comprender la función protectora del miedo y, también, las exageraciones inmotivadas de este en las que a veces caemos todos nos ayudará a conocer el miedo de los niños.
Lo decíamos del enfado, detrás de todo miedo infantil siempre hay algún motivo, que hemos de esforzarnos en comprender para, así, ayudarles a superarlo. La manifestación de temor de un niño no siempre es directa, lloros, negativas a hacer algo, etc. Los hay que prefieren representas en dibujos, o diciéndonos que “el muñeco tiene miedo”. El cuidador siempre debe actuar de una forma analítica (¿de qué tiene miedo en realidad?) y empática. Nunca debe reírse del niño asustado, ni negar sin más o menospreciar el motivo de su temor. Su actitud siempre debe ser de apoyo, manifestando que te das cuenta de que 2eso2 le da miedo y ofreciéndole algo que le de confianza, cogiéndole de la mano o en brazos, explicándole que no hay nada que temer pero aceptando su miedo y ofreciéndole alguna forma de olvidarlo. Y, por supuesto, nunca utilizarlo (el típico “si no haces esto vendrá el coco” o algo parecido).
Detrás de la inmensa mayoría de los temores infantiles aparecerán los dos miedo por excelencia, el “miedo al extraño”, frente al que hay que dejar que el niño establezca su propio ritmo de acercamiento, y el miedo al abandono (en cualquiera de sus manifestaciones, por ejemplo el miedo a la oscuridad) que iré desapareciendo en la medida que el niño vaya sintiéndose seguro.
Una forma de alejar los temores infantiles es jugar con ellos. Con la fiesta de Halloween tenemos una magnífica oportunidad. Las canciones, los juegos y, sobre todo, los disfraces nos pueden servir para que el niño o la niña comprendan que muchos motivos de miedo son puras fantasías. Incluso, preparándolo antes, bien jugando a darse sustos. Para ello hay que procurar que los niños sean cómplices de los preparativos, se den cuenta de que “eso” no es más que un juego.
Una vez más, el remedio para esta emoción negativa, que a veces aparece sin motivos que la justifiquen, es también que el niño o la niña se sientan acompañados y confiados en el cariño de sus educadoras.
Centro de Educación Infantil Sambori.